Tibia respuesta de Argentina, al acto terrorista Yanqui


terroryanquiSábado 4 de enero de 2020 Información para la Prensa N°:004/20 “La República Argentina ve con preocupación los recientes acontecimientos ocurridos en Medio Oriente. Eventos violentos protagonizados en un mundo global y consecuentemente hiper-conectado tienen el potencial de tener consecuencias directas en todo el planeta. Nosotros, los argentinos, podemos dar testimonio de lo dicho.
En nuestro pasado reciente hemos sido víctima al menos en dos oportunidades de actos de terrorismo internacional.”, lamentable comunicado del Canciller Felipe Solá, a su vez coincido en que el pueblo argentino efectivamente, fuimos víctimas de dos atentados terroristas, pero el canciller no condena explícitamente el acto terrorista perpetrado por los EE.UU. A los pueblos de Irak y a la República Islámica de Irán. NI SIQUIERA LA CONDENA!! Es más, el Canciller está convencido de que somos el patio trasero de los yanquis, y no solo eso, tiene el caradurismo de cuestionar a las instituciones democráticas y constitucionales de Venezuela, UN PAÍS HERMANO, ASEDIADO Y BLOQUEADO POR EE.UU. Supongo que Cristina Fernández debe estar comiendo arena. El canciller F. Solá debe renunciar, objetivamente está alineado a las políticas de los Estados unidos de Norteamérica.
Sin embargo es muy diferente el comunicado emitido por la República Bolivariana de Venezuela al respecto.
Venezuela
Venezuela condena ataque militar de Estados Unidos en la República de Irak. La República Bolivariana de Venezuela expresa su firme condena al ataque ejecutado en la madrugada del 3 de enero por fuerzas militares de los Estados Unidos en las inmediaciones del Aeropuerto de Bagdad, República de Irak, en la que resultó asesinado el Comandante de las Fuerzas Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, Mayor General Qasem Soleimani.
Se trata de una acción que a todas luces eleva las tensiones en la región, sin fundamento alguno en el Derecho Internacional, dirigida directamente contra un jefe militar y un grupo de oficiales de alto rango de un país soberano, que se encontraban en zona de conflicto.
El Gobierno Bolivariano de Venezuela lamenta las muertes causadas y transmite sus sentimientos de condolencias y solidaridad a los pueblos y gobiernos de la República Islámica de Irán y de la República de Irak, al tiempo que hace un llamado para que se respete el Derecho Internacional Público y para que todos los actores involucrados contribuyan a preservar la paz en el Medio Oriente.
Caracas, 03 de enero de 2020

Video
El asesinato de Qassem Soleimani, el principal comandante de Irán, perpetrado este viernes por EE.UU., y de varios líderes de la milicia iraquí, representa una importante escalada equivalente a un acto de guerra que tendrá graves consecuencias a largo plazo.
La ira volcánica de Irán explotará inevitablemente en una acción de represalia, como lo indica la declaración del líder supremo del país, y tendrá sin duda como objetivo a las fuerzas estadounidenses en Iraq.
Visto desde Teherán, se trata de un comportamiento canalla descontrolado, un acto de guerra flagrante con la arrogancia total de una superpotencia en declive dispuesta a cruzar cualquier línea roja, a transgredir cualquier Estado de derecho para lograr sus fines hegemónicos.
La peligrosa escalada de Trump nos acerca a otra guerra desastrosa en Oriente Medio que podría costar innumerables vidas y más billones de dólares.
Trump prometió acabar con las guerras interminables, pero esta acción nos pone en camino hacia otra. Bernie Sanders (@BernieSanders) 3 de enero de 2020
El momento en que se ha producido la operación es esencial.
Para el gobierno de Trump, 2019 terminó con una nota amarga, con el doble revés de una crisis política doméstica inducida por el impeachment y una escalada peligrosa y explosiva en Iraq que podría, a la luz de este último acontecimiento, convertir fácilmente 2020 en otro año de guerra para EE.UU. en Oriente Medio.
Con las semillas de esa guerra firmemente plantadas por una iranofobia ilimitada, que se refleja en la guerra unilateral de EE.UU. emprendida bajo la rúbrica de una “estrategia de máxima presión”, su manifestación lenta pero constante en el conflictivo escenario iraquí se ha convertido en una realidad ineludible .
Encerrados en una competencia de suma cero en aras a conseguir la máxima influencia en Iraq, Washington y Teherán están ahora en curso de colisión y, a menos que prevalezca una diplomacia prudente, una posibilidad altamente improbable a la luz del asesinato de Soleimani, es probable que la situación actual desencadene una nueva dimensión militar en la estrategia anti-Irán de Trump.
Violación flagrante de la soberanía
Para comprender bien los sucesos de esta semana resulta de utilidad aportar algo de contexto.
Coincidiendo con un ejercicio naval conjunto Irán-Rusia-China en el Golfo de Omán como clara señal de la antipatía de Beijing y Moscú hacia la política anti-Irán de Trump, se caracterizó a los ataques aéreos estadounidenses de la semana pasada contra las milicias pro-Irán en Iraq y Siria como ataques “defensivos de precisión” del ejército de EE.UU. en respuesta a la creciente amenaza de las fuerzas pro-iraníes en la región.
Sin embargo, es bastante obvio que estos ataques tienen también connotaciones geoestratégicas a la luz del acercamiento del Secretario de Estado Mike Pompeo a los líderes de Israel, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí inmediatamente después de lanzarlos, ataques que fueron denunciados por Iraq y Siria como una violación flagrante de su soberanía.
Con las autoridades de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos alentando la idea de un deshielo en las relaciones con Irán, la intención de Pompeo es claramente neutralizar esa perspectiva que va en contra de los intereses hegemónicos de EE.UU. en la región. La dependencia de los Estados árabes del Golfo de EE.UU. significa que están hipotecados por una rivalidad sostenida con Irán, que está presionando su propia carta de paz en la región y al mismo tiempo elevando la apuesta contra el dominio de los Estados Unidos.
Pero sería un error reducir la suma de las intenciones del presidente estadounidense Donald Trump respecto a los recientes ataques aéreos -y lo más importante, un riesgo mal calculado como el asesinato de Soleimani- a las circunstancias externas en Iraq y la región, y pasar por alto la clara posibilidad de que Trump haya echado mano del viejo libro de jugadas de instigar una crisis extranjera para desviar los peligros internos de su presidencia. Esto recuerda cómo Bill Clinton, en 1998, ordenó un ataque aéreo contra Iraq en vísperas de una importante votación de destitución.
Del mismo modo, buscando desviar la atención del proceso de destitución, que ha cobrado impulso al revelar más pruebas condenatorias que sugieren un “quid pro quo” en relación a Ucrania, Trump y su equipo de política exterior cuentan con los dividendos políticos de su último “desafío” a Irán, incluso con respecto al asalto de los iraquíes a la embajada estadounidense fuertemente fortificada en Bagdad.
Propaganda mediática
Por lo tanto, todos los medios dominantes de comunicación estadounidenses se han alineado detrás de Trump, acreditándole un uso prudente de la fuerza y dándole palmaditas en el hombro por dejar de lado sus reservas anteriores sobre el uso de la fuerza. Pero poco de esa propaganda de los medios estadounidenses a favor de una política estadounidense belicista -que está en violación directa del derecho internacional- caerá en saco roto respecto a la población local en la región, ya que incluso el New York Times ha admitido que los iraquíes de todo el espectro político se unieron en la condena de los ataques estadounidenses, que han matado e herido a docenas de iraquíes.
Como consecuencia, las cosas han cambiado para EE.UU., y no importa cuántos tuits envíe Trump al pueblo iraquí exhortándolo a dirigir su ira contra Irán; la suerte está echada, y es poco probable que el nuevo nivel de anti-americanismo que se ve hoy en Iraq retroceda pronto.
La poderosa facción Sadr ha pedido ya a otras facciones políticas chiíes que se unan para expulsar a los Estados Unidos del suelo iraquí.
A medida que la situación se agrava con el asesinato de Soleimani y el jefe adjunto de las Unidades de Movilización Popular (UMP), es justo apostar a que EE.UU. ha calculado mal las ramificaciones de una acción militar que ha provocado promesas de venganza y represalia por parte de las UPM iraquíes. Es probable que la milicia pro-Irán congele o revierta su proceso de integración con las fuerzas armadas iraquíes, particularmente si sienten que la reacción de Bagdad ante la transgresión de Trump a la soberanía de Iraq es insuficiente.
En este momento hay muchos estadounidenses en la región (así como aliados de EE.UU.) que se sienten bastante vulnerables. Es probable que la represalia de Irán se calcule cuidadosamente, pero estar a la espera (y cualquier otra consecuencia más amplia) será estresante.
El nuevo golpe a los lazos entre Washington y Bagdad causado por estos últimos acontecimientos dramáticos va también en contra de los intereses de seguridad nacional de EE.UU., a pesar de que pueda servir a los intereses personales de Trump frente a su destitución.
En esencia, todo esto refleja una bifurcación de intereses, por lo que Trump puede terminar infligiendo graves daños a los intereses estadounidenses en el extranjero al crear una crisis artificial para salvar su propia presidencia, envolviéndose en la bandera y aprovechando el reservorio oculto del patrioterismo estadounidense para neutralizar el desgaste que enfrenta su presidencia.
¿Otra guerra más en Oriente Medio?
Es difícil sobrestimar el grave error estadounidense al perpetrar este acto de terror patrocinado por el Estado que probablemente desencadenará un ciclo mortal de violencia que se llevará muchas vidas.
No obstante, es a Estados Unidos a quien le interesa evitar que se profundice la crisis que ha generado intencionalmente en Iraq; sin embargo, carece de control total para contenerla.
Dentro de Iraq se ha desarrollado, en esencia, una consecuencia de la crisis entre Estados Unidos e Irán que podría escalar mucho más allá de las “guerras en la sombra” y del uso de apoderados, con giros impredecibles que representan un riesgo claro para los miles de militares estadounidenses en la región; por no mencionar la salud de la economía global, que está ligada al flujo libre de petróleo a través del estrecho de Ormuz.
Jugando con fuego para apuntalar su presidencia en declive y socavado por el aguijón de la destitución, Trump muestra ahora todos los síntomas de un presidente de gatillo fácil dispuesto a desencadenar otra guerra calamitosa en Oriente Medio traicionando su promesa de evitar que Estados Unidos se enrede en otro conflicto.
Lamentablemente, como muestran claramente sus equivocadas políticas con respecto a Irán e Iraq, Trump no solo está repitiendo la táctica de su predecesor para evitar la destitución, sino que también está a punto de reciclar los errores de las guerras de la era Bush en el Medio Oriente.
Ante esa realidad y en virtud de nuestra propia experiencia, el Gobierno Nacional insta a las partes en conflicto a que dispongan las medidas que permitan contener la tensión y trabajar en pos de una salida pacífica y negociada que evite escaladas que pongan en riesgo la seguridad internacional.
Como siempre lo ha hecho, también esta vez privilegiamos la vía de la negociación y la diplomacia para la solución de los conflictos. 

En ese sentido, hace un llamado a la comunidad internacional para que todos asumamos posiciones constructivas y reclama a las organizaciones multilaterales que asuman las responsabilidades que se les han confiado, en particular en materia de paz y seguridad internacional.

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